Los dos principales aspirantes a la Casa Blanca, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, se trenzaron en discusiones y acusaciones personales, muchas veces ajenas a las preguntas de los moderadores y del público, en un segundo debate presidencial marcado por la tensión y la agresividad.

Durante todo el debate, Trump mantuvo una estrategia clara de evitar discusiones sobre políticas públicas puntuales, cuestionar el uso de los tiempos y la discreción de los dos moderadores, Martha Raddatz de ABC News y Anderson Cooper de CNN, y mantenerse siempre a la ofensiva.

Clinton, en cambio, por momentos trastabilló en el difícil equilibrio de no quedar atrapada en las discusiones planteadas por el empresario devenido en candidato presidencial y de defenderse y desmentir las interminables acusaciones de su rival.

Pese a los esfuerzos de los dos candidatos de mostrarse relajados y a gusto, desde el comienzo mismo del debate la tensión entre ellos se hizo evidente por la ausencia del tradicional apretón de manos inicial, que fue reemplazado por un frío “Hola” a la distancia.

Uno de los momentos más tensos del debate realizado en la Universidad de Washington en San Luis, en Missouri, comenzó cuando Trump prometió que de ganar la elección presidencial de noviembre próximo nombrará un fiscal especial para investigar la gestión de su rival, Clinton, como secretaria de Estado de Barack Obama.

Clinton respondió recordando todos los agravios de los últimos tiempos de su competidor y aseguró que “es bueno que una persona con el temperamento de Donald Trump no se encargue de la Justicia”.

Antes que los mediadores pudieran retomar la palabra, el magnate agarró el micrófono y deslizó: “Porque sino estarías en la cárcel”.

Otro de los momentos en que escaló la tensión fue cuando Trump se defendió por el video de 2005 recientemente filtrado por la prensa, en la que se escucha una diatriba machista, que provocó hasta el repudio de sus propios aliados.

‘Son sólo palabras, amigos”, replicó una y otra vez el candidato republicano para justificarse y sostuvo que sus palabras son menos dañinas de los “abusos que cometió (el ex presidente) Bill Clinton contra mujeres".

Una hora y media antes del inicio del debate, Trump se presentó ante la prensa con cuatro mujeres que acusaron al ex presidente de haberlas violado y a su esposa, la actual candidata oficialista, de haberlas amedrentado.

No sólo acompañó y apoyó su denuncia, sino que las invitó al piso para presenciar el debate, no muy lejos de donde estuvieron sentados el ex presidente Clinton y su hija Chelsea.

Como había adelantado su campaña en un comunicado, Hillary Clinton eligió evitar la discusión sobre la vida sexual de su esposo y recordó las palabras que alguna usó la primera dama, Michelle Obama: “Cuando ellos van por lo bajo, nosotros nos mantenemos por encima”.

Pese a ello, Trump la atacó de manera directa y sistemática.

La acusó de haber ganado las internas demócratas “de manera injusta”, de que “todas” sus decisiones como secretaria de Estado fueron “un desastre”, de que es “sólo palabras, ninguna acción” y que “tiene un odio enorme en su corazón”.

Pese a algunas sonrisas -incluidas varias risas dirigidas al público- Clinton evitó quedar atrapada en la dinámica belicista de Trump.

No obstante, fue contundente cuando sostuvo que “la retórica demagógica de Donald es peligrosa”.

‘Yo quiero derrotar a ISIS (Estado Islámico) con la colaboración de los países musulmanes, muchos de los cuales hoy escuchan a Donald discriminar a los estadounidenses musulmanes”, aseguró la ex jefa de la diplomacia estadounidense.

Trump, quien sostuvo que la “islamofobia es una vergüenza, pero tenemos que reconocer que existe un problema”, modificó su propuesta inicial de prohibir la entrada al país a todos los musulmanes por la ejecución de una “fiscalización extrema” de todos aquellos que profesen el islam.

El magnate defendió su postura al advertir que la llegada de más refugiados de la guerra siria podrían ser un “caballo de Troya” porque “no sabemos nada de sus valores ni de lo que piensan de nuestro país”.

Entre los cruces y las acusaciones personales, algunos temas de la agenda política electoral lograron colarse.

Clinton se expresó a favor del marco actual que permite el aborto en los primeros meses, apoyó mantener la reforma de salud aprobada por Obama -aunque prometió hacer algunos cambios para “reducir los costos para los asegurados‘- y ratificó la actual estrategia de la Casa Blanca en Siria y contra el Estado Islámico, e incluso propuso investigar a Rusia por posibles “crímenes de guerra” en ese país árabe.

Trump, por su parte, reiteró su apoyo a una eventual alianza con Rusia para derrotar a la milicia islamista y destacó que la única solución para el nuevo sistema de salud aprobado por Obama es “eliminarlo”.

"Obamacare es un desastre. Nunca vimos estos precios en la salud. Obamacare nunca funcionará y es muy caro, no sólo para los asegurados, sino también para el país. Tenemos que eliminarlo y reemplazarlo por algo que no sea tan caro. Queremos que haya competencia entre las aseguradoras”, explicó el republicano.

Hacia el final del debate, un miembro de la audiencia les preguntó a los candidatos qué admiraban del otro.

"Respeto a sus hijos, lo devotos y comprometidos que son...y eso habla bien de Donald”, respondió Clinton, mientras Trump destacó que su rival “es una luchadora, nunca renuncia”.