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Luego de días de peregrinación y del sentido discurso que brindó Raúl Castro durante el sábado, llegó el momento de inhumar las cenizas del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.

El comandante fue enterrado este domingo en un cementerio en Santiago de Cuba, en una ceremonia "sobria" y a la que no tuvo acceso la prensa, indicó a la AFP una de las invitadas extranjeras, la número tres del gobierno francés, Segolene Royal"No hubo discurso, fue muy sobrio, sólo las cenizas fueron enterradas ante la familia, miembros del gobierno y funcionarios", dijo la ministra de Ecología de Francia.

Después de nueve días de duelo, las cenizas de Castro, que murió el 25 de noviembre a los 90 años, descansarán en el cementerio de Santa Ifigenia cerca de los restos del héroe independentista José Martí y de otros próceres y mártires que fueron su inspiración.

La ceremonia de inhumación fue privada y familiar, sólo con  la presencia de algunos invitados especiales. Sus cenizas fueron  depositadas por su hermano menor, el presidente Raúl Castro, dentro de una gigantesca roca redonda y selladas con una placa  de mármol negro y verde oscuro que simplemente reza FIDEL. Poco después, el mandatario rindió homenaje con un saludo militar flanqueado por una guardia de honor, según fotos  difundidas por la prensa estatal.

Cientos de cubanos se reunieron en la plaza principal de  Santiago para despedirse del líder comunista, que logró un sistema universal de educación y salud para su pueblo pero fue criticado por gobernar con un sistema de partido único y encarcelar a opositores.

"No tengo palabras para describir a Fidel. Es un hombre inmortal, con principios y valores. Todo lo que soy y lo que tengo se lo debo a él", dijo Fátima Morales, una empleada estatal de 48 años, con la voz entrecortada. "Siendo mujer, negra y pobre, pude estudiar gratis. En otro país hubiera tenido que pagar", agregó.

En La Habana, sobre el mar Caribe, resonó una salva de 21 cañonazos en honor a Castro cuando el sol apenas había asomado. La ceremonia se llevó a cabo bajo un sol abrasador y un  cielo de un azul intenso en el cementerio, protegido en parte por la sombra de las palmeras y enmarcado por la Sierra Maestra, desde donde los rebeldes de Castro emergieron para derrocar a Fulgencio Batista en 1959.