El presidente de Rusia, Vladimir Putin, recibió al funcionario iraní Ali Akbar Velayati, implicado como uno de los autores intelectuales en el atentado a la AMIA, el 18 de julio de 1994, que dejó 85 muertos y cientos de heridos.

El encuentro se produjo en la residencia de Novo-Ogaryovo, en el marco de las negociaciones para aclarar la posición de Teherán tras el repliegue de los Estados Unidos del acuerdo nuclear.

El miércoles, al enterarse de la llegada de Velayati a Rusia, el juez Rodolfo Canicoba Corral pidió la detención y extradición del diplomático. Incluso, funcionarios de la Cancillería y el Ministerio de Justicia aseguraban que “legalmente Rusia está obligada aceptar” el pedido judicial por el tratado internacional suscripto que une a ambos países.

“Las Partes se obligan, conforme a las disposiciones del presente Tratado, a entregarse recíprocamente, por una solicitud, a las personas que se encontraren en territorio de una de las Partes, para ser sometidas a un proceso penal o para la ejecución de una pena, por la comisión de un delito que dé lugar a la extradición“, reza el acuerdo bilateral que firmaron Putiny Cristina Kirchner en julio de 2014.

Sin embargo, Putin recibió a Velayati, quien se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de Irán durante 1981 y 1997, cuando se produjo el atentado y se lo acusa de ser cómplice del golpe que ocurrió el 14 de agosto de 1993 en el Consejo Supremo de Seguridad en la que se decidió el ataque.