NACIONALES
17 de agosto de 2020
Cómo José de San Martín se convirtió en uno de nuestros superhéroes
Un daguerrotipo de José de San Martín en 1848, a los 70 años, dos años antes de su muerte
A170 años de la muerte de José de San Martín, repasamos al vida de la mayor figura de nuestra historia, que nació en nuestro territorio, pero tempranamente se marchó a a España, donde se unió al ejército, y recién regresó a Buenos Aires a los 34 años.
Hablamos con la historiadora Sabrina Ajmechet sobre su vida y sus ideas, y sobre la forma que debía tomar la independencia de la región. Además, repasamos lo que sucedió con la figura de San Martín después de su muerte, desde Rosas hasta Bartolomé Mitre y el peronismo, que lo colocó definitivamente en el podio de los héroes de la patria. Y una yapa: la verdadera historia del sable corvo.
San Martín fue un líder político y militar excepcional: libertador, paradigma del dirigente y miliciano por su honestidad, probidad; incluso líderes de orígenes políticos opuestos buscaron apropiarse de su figura. Un prócer que además se destacó como educador: elaboró un completo plan de lecturas, y viajaba siempre con su biblioteca portátil de 850 libros en 11 baúles, que llevó al cruce los Andes. Estudiaba él y compartía conocimiento con sus soldados.
También se interesó por la salud, la diplomacia y las políticas carcelarias. Desde el 1800, San Martín pensaba y proyectaba un país que entonces era solo una idea. Hasta se detuvo a pensar en el lugar de la mujer en la sociedad.
Hay quienes sostienen que hubiera elegido dedicarse al arte y no a la milicia, pero debió hacer la carrera militar por mandato familiar, tal como sus hermanos. De joven, San Martín descubrió su pasión artística. Cuando permanecía embarcado, como parte del ejército español, “pintaba cuadros de motivos marítimos, al igual que el maestro Quinquela Martín, admirador del prócer e ideólogo del Instituto Nacional Sanmartiniano en homenaje”, confirma Silvina Gregorovich desde la Fundación Benito Quinquela Martín.
En el 170° aniversario de su muerte, la historiadora mendocina Beatriz Bragoni -autora de San Martín. Una biografía política del Libertador (Edhasa)- indaga en el lado político del patriota, sus aportes y legado.
-¿Por qué sostiene en el libro que ha habido una “operación estatal de manipulación” de la memoria sanmartiniana? ¿Esto se refleja en el siglo XXI?
-Las naciones requieren de mitos y héroes que sirvan a la sedimentación de identidades y sensibilidades colectivas. Que San Martín fuera candidato ideal para liderar el panteón nacional obedeció a la percepción y voluntad de intelectuales y políticos de recuperar el pasado revolucionario y convertirlo en fragua de la unificación nacional. También por representar la imagen de un general exitoso que proyectó la revolución rioplatense en Sudamérica, para ello fue necesario despojarlo (como lo hicieron Sarmiento y Mitre) de su pasado monárquico. Hay momentos de los usos públicos de San Martín en la narrativa estatal nacional: el primero distingue las intervenciones de los románticos argentinos que jalona la formación de una cultura e identidad nacional en el siglo XIX. El segundo identifica el giro introducido en la Argentina de entreguerras que priorizó el perfil militar en sintonía con el creciente papel de las fuerzas armadas en la vida política del país; el tercero, erige al peronismo clásico como principal promotor del culto sanmartiniano que gravita en la radicación fija en el imaginario nacional susceptible de ser interpelado por las vertientes de derecha e izquierda que distinguieron el combate político y cultural posterior a 1955. La vigencia de San Martín en el imaginario y como objeto de uso estatal se evidenció en 2015 al restituirse el sable corvo al Museo Histórico Nacional. La última -que seguramente no lo será-: circula el plan San Martín que propone líneas de acción para urbanización de barrios populares o villas y crear trabajo.
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