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OPINÓN

28 de abril de 2023

El Kirchnerismo y su Hipengiofobia

Hipengiofobia es el miedo irracional y enfermizo a la responsabilidad. Esta es una característica que parece repetirse en algunas acciones y declaraciones de los máximos exponentes del Kirchnerismo a nivel nacional.

Desde que asumió la dupla presidencial de Alberto y Cristina instalaron desde lo discursivo y actitudinal que volvían “mejores para la gestión” y que iban a “resolver” la pesada herencia.
Pero en los hechos fue todo lo contrario. En esta fobia de no hacerse cargo de su responsabilidad de gobernar, empezaron los comportamientos característicos: primero escaparse a la responsabilidad, luego el abandono en las acciones y no saber explicar por qué esa reacción y, por último, la delegación para no tener que enfrentarse a la situación determinada.
Los máximos referentes de la nación tenían contrapuntos desde el inicio de la gestión con la designación de funcionarios. Discutían públicamente quién tenía la lapicera y para qué la tenían. Discutían por las organizaciones sociales y el manejo de los recursos en políticas sociales, y así se fueron suscitando los hechos hasta llegar a la contradicción más fuerte sobre el acuerdo con el Fondo Monetario que, si recapitulamos, hizo que Máximo Kirchner abandonará la jefatura de bloque de diputados haciendo un quiebre importante en el Frente de Todos. 
El trasfondo de la nula relación entre los dos mandatarios más importantes del país es que trasladaron su interna política y sus problemas de egos a la gestión. Por eso hoy tenemos índices inflacionarios que están cerca de los dos dígitos mensuales y no parece haber ningún tipo de respuesta en el impacto económico que tiene para el bolsillo de los ciudadanos y para la macroeconomía del país. Vivimos tiempos donde la pobreza y vulnerabilidad social llegaron a niveles históricos; los jubilados sin contar con prestaciones dignas; ni que hablar de aquellos que deben pagar alquileres.
Desvalorizaron el poder de las instituciones y el sentido de la autoridad constituida por el voto popular. Hoy el presidente es vapuleado y minimizado por el mismo frente que lo llevo al sillón de Rivadavia. Mucho contribuyo él mismo para incrementar ese menosprecio: la fiesta de cumpleaños en medio de la pandemia; creerse el guerrero imbatible ante una ficticia guerra contra la excesiva inflación; y bajarse de una reelección que nunca estuvo en certeza.
Alberto no encontró en los gobernadores ningún tipo de apoyo, ni si quieran en aquellos que hicieron campaña para que llegara a ser Presidente. Caso Kiciloff, Perotti, Bordet, por ejemplo. Por el contrario, se encerró en los viejos caciques provinciales del pejotismo como Manzur, Capitanich, Insfrán por mencionar algunos. Cristina, por su parte, utilizó a la estructura de La Cámpora, liderada por su hijo, para debilitarlo en todos los frentes, aun entre sus ministros.
Esta fobia que sufren (la de no hacerse cargo) es evidente. Nos hacen ver sus miedos característicos de una patología mental: el temor a cometer errores, por eso hoy es un desgobierno; el pánico a no estar a la altura, por eso la escalada del dólar y echarles la culpa a otros sectores del mal manejo de la economía; el miedo a ser juzgados, poniendo de enemigo al poder Judicial como siempre; por último, parece que prefieren abandonar su lugar de autoridad antes de correr el riesgo de recibir una valoración negativa de sus conductas.
En conclusión, tienen miedo a perder el control y tienen pavor a no ser populares. Por eso no se mueven ni un milímetro de su lógica de gobierno que nos trae aparejados niveles de crisis que hablan por sí solos. Estamos en una etapa donde hay pésima calidad educativa, falso federalismo, una mala relación con el resto de las provincias dejándolas abandonadas también en la lucha contra la inseguridad, el transporte público o las obras esenciales para el territorio.
Sin duda alguna, el país y sus habitantes somos víctimas del kirchnerismo y su miedo a la responsabilidad. Es Alberto y es también Cristina (aunque se quiera despegar todo lo posible, sigue siendo vicepresidenta), es la llegada de un “super ministro” de economía a un gobierno que lleva la misma dirección, pero circula por distintos carriles.
Depende mucho de nosotros de abordar esta condición que padece el kirchnerismo en su conjunto. Lo debemos hacer con mejores propuestas y con hombres y mujeres que quieran ser parte de otra realidad. Somos muchos más los que queremos salir adelante, con verdad, honestidad y gestión, sin escondernos detrás de excusas o sacándonos la responsabilidad que nos toca. 
Nuestro país y su gente merece el remedio para esta fobia y la única opción es que nos encuentre unidos: los que trabajan, los que producen, los que educan, los que curan, todos y todas sin excepciones.
Nos queremos unidos para cambiar, llegó el momento.



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