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19 de agosto de 2016

El triple oro que arrincona el "no se puede"

Durante años la Argentina se acostumbró al conformismo y el victimismo en el deporte amateur. Los tres oros de Río 2016 son una de las señales de que hay cosas que vienen cambiando

Durante años, décadas, un lamento unía a la amplísima mayoría del deporte amateur argentino: la falta de apoyo, el estar a la buena de Dios. Había comentarios de todos los colores para reflejar el fenómeno. Hablar con deportistas de nuestro país tras una competencia era entre trágico y cómico, casi siempre penoso. Triste.

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"No nos apoyan, tuvimos que hacer una rifa para financiar parte del viaje", era una frase posible.

"Estamos sin entrenador, él decidió venirse por las suyas unos días", era otra.

"No tenemos sponsor, nadie que nos financie; no sé qué hace la federación con el dinero", una tercera.

Y así un largo lamento en continuado. Era un panorama deprimente que, más allá del problema en sí mismo, funcionaba como abono para males mayores.

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El victimismo era uno: "Y qué querés, nadie nos ayuda, no se nos puede pedir más".

El conformismo, otro: "Clasificarnos a estos Juegos es como ganar, no se nos puede pedir más".

El "hinchismo", uno más: "Y bueh, no estamos para competir en este nivel, no se nos puede pedir más. ¡Pero tenemos la mejor hinchada!".

Y así funcionaba el deporte argentino, convencido de que cualquier ayuda era limosna que agradecer, de que el primer nivel mundial no era para nosotros, de que la única forma de ser deportista y no sufrir era como futbolista, tenista o basquetbolista exitoso. Un piloto de primer nivel, algún boxeador o un golfista. Lo demás era pasión y sufrimiento. Un páramo.

En buena parte por eso hubo Juegos Olímpicos para el olvido como aquellos de los cero oros en Los Angeles 84, los últimos en los que la Argentina se quedó con las manos vacías. Y porque las cosas vienen cambiando desde hace años, incluso antes de la ley para financiar al Enard, es que hoy se tiene en Río 2016 unos Juegos para el recuerdo: tres oros, una plata. Hasta hoy, por encima de países como Bélgica, Suiza, Dinamarca, con los mismos oros que Cuba y apenas uno por debajo de Canadá o Nueva Zelanda. Es cierto que el brillo de las medallas no debería cegar, impedir ver que hay mucho por hacer en natación, boxeo, remo, también en atletismo. Pero al menos el titular no se agotó en el récord de 213 deportistas en la delegación.



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